REPUBLICA BOLIVARIANA DE VENEZUELA
UNIVERSIDAD PEDAGOGICA
EXPERIMENTAL LIBERTADOR
VICERRECTORADO DE
EXTENSIÓN
DELINCUENCIA JUVENIL
DIPLOMANTE: MARIANO CARRILLO TOLOZA
FACILITADOR: LIC. MARITZA ESCALONA DE
OSTOS
San Cristóbal, Diciembre 2016
ÍNDICE
PAG.
INTRODUCCION…………………………………………………………….. 1
DELINCUENCIA
JUVENIL………………………………………………… 2
Descripción…………………………………………………………………….. 2
Causas………………………………………………………………………….. 2
Factores………………………………………………………………………… 3
Tratamiento……………………………………………………………………. 9
CONCLUSION………………………………………………………………… 11
REFERENCIAS………………………………………………………………… 12
INTRODUCCIÓN
Sin lugar a dudas, la delincuencia juvenil es un
fenómeno muy representativo desde el siglo pasado, la delincuencia juvenil es
uno de los problemas criminológicos que crece cada día más, no solo en nuestro
país, sino también en el mundo entero; es una de las acciones socialmente
negativas que va a lo contrario fijado por la ley y a las buenas costumbres
creadas y aceptadas por la sociedad.
La delincuencia juvenil es un fenómeno social que pone
en riesgo la seguridad pública de la sociedad, así mismo va contra las buenas costumbres
ya establecidas por la sociedad.
La delincuencia juvenil es un fenómeno de ámbito
mundial, pues se extiende desde los rincones más alejados de la ciudad
industrializada hasta los suburbios de las grandes ciudades, desde las familias
ricas o acomodadas hasta las más pobres, es un problema que se da en todas las
capas sociales y en cualquier rincón de nuestra civilización.
El ataque a la delincuencia juvenil pasa por
soluciones o alternativas sociales que reclutan o castigan al delincuente juvenil,
este medio de defensa frente al delincuente por parte de la sociedad provoca la
continua reincidencia, convirtiendo al joven en una autentica maquina de
delinquir.
DELINCUENCIA
JUVENIL
Descripción:
El delincuente juvenil
es el menor de edad (suelen fijarse el límite en los 18 años) dado a conducta
antisocial o ilegal. Éstos individuos, a menudo llamados psicópatas o
psicopáticos, no se clasifican ni como neuróticos ni como psicóticos, pero dan
muestra de conducta antisocial con el robo, la prostitución y hasta el
homicidio.
Algunos de los síntomas
comunes de la delincuencia juvenil son:
-
Desprecio a las normas y reglamentos.
-
Falta de dominio propio.
-
Patrones sexuales desviados.
-
Incapacidad de escarmentar.
-
Incapacidad de diferir los placeres
inmediatos.
-
Habilidad para impresionar y explotar a
otros.
-
Relaciones sociales superficiales.
-
Poco respeto para con la iglesia.
-
Habilidad para racionalizar y culpar a
otros por la propia conducta.
-
Conducta incorregible.
-
Tendencia a mentir.
-
Frecuencia de lenguaje obsceno.
-
Deseo de ser " importante”.
-
Desprecio por los derechos de propiedad
ajenos.
-
Discrepancia entre el desarrollo de la
inteligencia y el de la conciencia.
Causas:
Dos grandes categorías
pueden emplearse para clasificar el origen de la delincuencia juvenil.
1.
Factores sociales relacionados con el
ambiente de la persona: Cuando se prolonga en la edad adulta, esta clase de
conducta se clasifica como reacción disociadora. Estos delincuentes crecen en
un ambiente que acepta las actitudes y conductas indeseables. Quienes tienen
esos antecedentes se hayan perturbados en gran parte respecto a la sociedad. De
no ser por sus actos antisociales, probablemente no tendrían otros indicios de
desequilibrio de la personalidad. No son exclusivamente hostiles, pueden formar
íntimas relaciones emocionales, y cumplen con las normas de su propio ambiente.
2.
Clasificación de conducta delincuente se
conoce como reacción antisocial:. Los individuos de esta categoría no han desarrollado
necesariamente su conducta inaceptable por vivir en un ambiente moral anormal.
Su conducta es síntoma de un más amplio cuadro de personalidad desequilibrada.
Estas personas pueden proceder de hogares de nivel socioeconómico superior al
promedio, y puedes que sus padres sean dirigentes en su sociedad. Estos
delincuentes han emprendido sus acciones antisociales como resultado de sus
sentimientos de hostilidad, sin capacidad para relacionarse con el prójimo, su
irresponsabilidad y sus características repulsivas. En vez de que su
perturbación sea en su mayor parte respecto de la sociedad, estos individuos
parecen más graves desequilibrios de la personalidad.
Factores:
A continuación se
indican algunos de los factores significativos subyacentes en el desarrollo de
la conducta delincuente:
Deterioro neurológico: En algunos casos
delincuencia, la disfunción cerebral es factor significativo. Silverman
encontró que el 80% de un grupo de psicópatas delincuentes tenían ondas
cerebrales anormales que aparecían en los electro - encefalograma. Aunque en
muchos casos de delincuencia aparecen anormalidades cerebrales, parece que rara
vez es este el único factor causado.
Hogares deshechos: El clima emocional
del hogar del niño es probablemente el factor más importante en el desarrollo
de la conducta del encuentro. Glueck, en una comparación entre 500 pares de
jóvenes delincuentes y no delincuentes, hallaron que un elevadísimo porcentaje
de los delincuentes procedía de hogares rotos por la separación, el divorcio,
la muerte o la prolongada ausencia de uno de los padres.
Conflictos entre los padres: Algunos
hogares se caracterizan por un alto grado de conflicto entre los padres. Los
niños en este ambiente suelen hallarse en la tierra de nadie, donde se cruzan
los proyectiles, de lo cual derivan trastornos emocionales. No sólo pierden la
confianza en sus padres, sino a menudo se forjan malas actitudes hacia sí
mismos y hacia todos los adultos. Estos muchachos puede que luego busquen fuera
del hogar cualquier clase de actividad en pos de experiencias placenteras, o
que por lo menos alivien los conflictos del hogar.
Falta de Disciplina adecuada: La
disciplina difieren grandemente de un hogar a otro. Pero los hogares que
producen delincuentes suelen tener muy mala disciplina. En algunos casos puede
ser excesivamente rigurosa. En otros hogares el castigo no es consecuente, y el
niño no logra comprenderlo. Hay otros en que la disciplina falta por completo.
El estudio de los jóvenes desviados revela que en muchos casos no había en casa
nadie que se interesara en el niño, lo bastante como para que este hiciera lo
que se esperaba de él.
Padres desinteresados: Muchos niños se
entregan a actividades malsanas y más adelante a la violencia, porque en el
hogar los han hecho a un lado. En algunos casos los padres se hallaban tan
atribulados que no podían atender con sentido realista a las necesidades
emocionales de sus hijos. Esos niños crecen con la sensación de que nadie los
quiere. En consecuencia, buscan "la calle" para procurarse seguridad.
El rechazo de un niño puede ser pasivo o activo. Algunos padres que viven
holgadamente no demuestran interés personal en sus hijos y los rechazan al
dejarlos en manos ajenas y entregarse de continuo actividades " sociales”.
El niño interpreta esta falta de camaradería entre él y sus padres, como
rechazo por parte de éstos, y a veces hará lo indecible por hallar individuos y
pandillas que los acepten.
Inestabilidad del hogar: Algunos hogares
se caracterizan por su excesiva inestabilidad. Como se han pasado cambiando de
lugar, los niños no llegan a sentirse parte de ninguna sociedad. Para ellos la
vida se convierte en continua mudanza, sin oportunidad de echar raíces
emocionales en ninguna persona o agrupación. Los niños que se forman en un medio
así, suelen no desarrollar el sentido de responsabilidad. Como nunca Han sido
realmente parte integral de nada, siempre se consideran "extraños",
sin responsabilidad personal. Carentes de fuertes lazos hogareños o sociales,
dan su adhesión a lo que llegue a parecerles cómodo. Con esos antecedentes,
suelen convertir la irresponsable conducta delincuente en su forma de vida.
Exceso de protección de los padres: Para
desarrollarse normalmente, el niño necesita equilibrio entre el apoyo de los
padres y el autodesarrollo. Cuando los padres cuiden excesivamente a su hijo le
impiden tomar sus propias decisiones y sentirse responsable de las mismas.
Tampoco dejan que desarrolle un adecuado concepto de sí mismo. La conducta
delincuente suele ser un reflejo de los intentos del niño por ser independiente
y "crecer". Al sentir que en el hogar no tiene oportunidad para
alcanzar la madurez, está dispuesto a entregarse a la conducta inaceptable, si
es necesario, para desarrollar su sentido de individualidad. Al asociarse con
una pandilla y recibir la aprobación de esta, a menudo se vuelve más hostil
para con sus padres, que no lo han dejado crecer.
Malas condiciones de vida: En casi toda
ciudad y en muchas regiones rurales hay familias cuyas circunstancias les
impida disfrutar de alimento, habitación y ropa adecuados. Numerosas familias
viven en zonas de tugurios en que los niños carecen de sitios adecuados para
jugar y crecer de manera saludable. Quizás reciba un poco o ningún estímulo.
Puede en verdad que no hayan conocido nada más que un ambiente anormal. Al
crecer así, el niño puede convertirse en un resentido. Se siente privado de
muchas satisfacciones y cree que la vida lo ha tratado " injustamente”.
Ello puede llevarlo a abandonar el hogar y entregarse a la conducta antisocial.
Graves trastornos emocionales: Los
estudios sobre jóvenes desviados indican que muchos que se han dado a la
delincuencia parecen en realidad de graves trastornos y necesitan largo
tratamiento profesional. El hogar y la escuela pueden haber interpretado la
conducta del niño como "rebelde" o "falta el cooperación".
Pero la verdad es que puede haberse encontrado tan fuera de sique no podía
proceder de otra manera. Sus actos antisociales eran síntomas de los trastornos
emocionales que llevaba oculto. Puesto que su conducta era inaceptable para los
adultos que intervenían en su vida, tuvo que buscar a los delincuentes que le
brindaban cierto grado de aceptación.
Barreras culturales e idiomáticas: Los
amplios y mejorados medios de transporte, junto con la suavización de las
normas sobre migración, han permitido a muchas familias trasladarse de su
patria a un país nuevo y extraño. A su llegada, puede que la familia se vea
forzada a vivir en un vecindario que no contribuye a la formación de buenos ciudadanos.
Súmese a esto las barreras culturales idiomáticas.
Los miembros de la familia quizás no puedan
darse a entender porque no saben el idioma. Esta falta de dominio del idioma
afecta gravemente al adolescente, no sólo en su vecindario inmediato, sino en
la escuela. Como su nacionalidad y su ambiente son distintos, quizá los demás
no lo comprendan. En algunos casos puede ser víctima de continuo ridículo. En
su fuerzo por hacerse aceptar puede desalentarse y volverse hostil hacia las
autoridades. Hasta puede creer que tiene que romper con sus padres, que tratan
de amoldarlo a las costumbres de la familia. Ésta clase de jóvenes pueden
fácilmente caer en conducta delincuente al esforzarse por ser reconocidos y
aceptados.
Educación inadecuada: La mayoría de las
escuelas intermedias y superiores satisfacen mejor las necesidades de los
"buenos estudiantes", los cuales tienen inteligencia más que mediana
y son bien equilibrados. Muchas escuelas no han considerado seriamente su
responsabilidad para con los varones y las niñas de habilidad inferior o que
necesitan consejería. Puede que estas escuelas no cuenten con adecuado servicio
de restauración para cumplir y ayudar a los estudiantes que no alcanzan progreso
suficiente.
En cierto Liceo, por
ejemplo, se realizó una investigación sobre los principiantes que estaban
fallando en álgebra. Los investigadores descubrieron que en casi todos los
casos, los exámenes de pre admisión habían indicado que estos estudiantes
tenían poca habilidad matemática y probablemente fracasarían en álgebra. Pero
el colegio no había hecho nada más en bien de ellos. No sólo tuvieron que
recibir álgebra; tuvieron que permanecer en la clase un año entero. A nadie se
le permitió abandonar el curso, aunque estuvieras fracasado. En consecuencia,
se forzó a estos estudiantes a recibir instrucción en una asignatura en las que
estaban casi predestinadas a fracasar. Procedimientos escolares inapropiados,
como estos, suelen hacer que los muchachos y las muchachas abandonen el colegio
y se inicien en una vida de delincuencia.
Falta de preparación vocacional: La
adolescencia se caracteriza por el deseo de conocer las propias habilidades y
ponerlas en juego. Pero muchos jóvenes no cuentan con el beneficio de orientación
vocacional. Puede que ni los padres ni los maestros comprendan las habilidades
específicas del estudiante. En consecuencia, no lo alientan en actividades que
le dan aumento a su destreza y satisfacción personal. Como es natural, quien
carece del estímulo de alguna clase de trabajo productivo, se alimenta y con
frecuencia para actividades malsanas.
Ocio mal aprovechado: Los adolescentes
necesitan distribuir sabiamente su tiempo para sacarle el mejor provecho y
desarrollar buenos hábitos. Pero muchos jóvenes no hay quienes los guíe y, por
tanto, dedican gran parte de su tiempo a actividades destructivas. Otros se
dedican a diversiones no apropiadas a su edad. Hay barrios en que poco o nada
se planea para los jóvenes. Se les deja a que por sí mismos hallen que hacer.
Faltos de actividades constructivas, puede que inventen diversiones que lo
lleven a delinquir.
Malas compañías: Una de las más
poderosas influencias en la vida del joven es la compañía de otros de su edad.
Como los adolescentes están ansiosos de amoldarse a un grupo y sentirse
aceptados, a veces hacen lo indecible para buscar a quienes han de ser sus
amigos, a veces, un muchacho y una joven que no han tenido la aceptación de sus
padres o de otros adultos, traban amistad. Esta camaradería, en ocasiones,
complica los problemas de los adolescentes y provoca la peor clase de conducta.
En cuanto un joven participa con otros en la delincuencia, alcanza cierto éxito
y luego haya difícil apartarse de sus indeseables amigos. Con el correr del
tiempo puede que conozca otros compañeros aún peores que lo lleven a toda una
serie de actos delictivos.
Mala educación sexual: Durante la
adolescencia, los varones y las señoritas se desarrollan física y sexualmente
con mucha rapidez. Experimentan de pronto nuevos sentimientos y actitudes y son
capaces de proceder sexualmente como adultos, en muchos casos ni ellos ni ellas
han recibido virtualmente educación sexual alguna. En otros casos, lo que han
aprendido sobre cuestiones sexuales ha sido todo negativo y malsano. De sus
padres y de otras personas cercanas pueden haber tenido actitudes inmorales. En
todo caso, se ven lanzados a la vida de jóvenes adultos sin adecuados conceptos
y actitudes en cuanto al dominio propio. Sus aventuras en la delincuencia son a
menudo intentos de obtener conocimiento respecto al sexo. Ello puede conducir a
la fornicación, las enfermedades venéreas y una multitud de experiencias
desmoralizadoras.
Influencia de los medios malsanos de
difusión: Los efectos que los medios de publicidad ejercen en la mente y
emociones de los jóvenes, no deben tenerse en poco. Los impresos, el cine, la
televisión y la radio imprimen su huella en la vida de los jóvenes y las
señoritas. En muchos casos son mínimas la vigilancia y discreción en cuanto a
la clase de conocimientos que se da al adolescente. En su afán de aprender y
obtener datos, muchos jóvenes encuentran libros, espectáculos y otros elementos
de comunicación, que ejercen influencia perniciosa en su vida, y que a su
tiempo conducen a la conducta inmoral y la delincuencia.
Falta de conversión espiritual y de
crecimiento cristiano: Dado que todas las personas son seres espirituales con
capacidad para conocer a Dios, necesitan la conversión espiritual y el
crecimiento cristiano. Uno de los momentos más críticos en la vida de cualquier
individuo es enfrentarse al hecho de su pecaminosidad y luego rendir su vida a
Jesucristo. Sin conversión espiritual el joven vive continuamente con su vieja
naturaleza, desposeído de la naturaleza nueva que Dios implanta. En
consecuencia, es incapaz de discernir lo que más le conviene, y tiene poca
resistencia para combatir al mal. Sin Jesucristo, la vida va desbocada, como un
corcho sobre el océano. Una persona así carece de ancla interna, de Brújula y
de dirección.
Tratamiento:
El niño prolongadamente
desobediente y rebelde requiere atención inmediata. Si logran tomarse medidas
para aliviar sus trastornos antes de que se vuelvan demasiado graves, muchas
tribulaciones futuras se evitarán. Tiene especial importancia que los maestros
remitan a tiempo los estudiantes al personal de orientación escolar. Si los
padres descubren que su hijo viene experimentando dificultad especial durante
un periodo largo, deben buscar ayuda capacitada o profesional.
Muchos de los métodos
actuales de tratar la conducta delincuente, no alivian los conflictos básicos
del individuo. El encarcelamiento y el castigo puede en realidad volver a la
persona más hostil y rebelde, de modo que al recobrar la libertad vuelva a la
conducta antisocial.
La consejería para los
delincuentes a menudo es difícil porque ellos no tienen ganas de cambiar. Pero
la consejería experta, que incluya la consideración de todos los ajustes
vitales de la persona, puede producir cambios significativos y duraderos en los
patrones de la personalidad.
El paso inicial del
consejero es un minucioso diagnóstico de las causas subyacentes. Dado que
muchos delincuentes padecen de lesiones cerebrales ocultas, el consejero puede
pensar en remitirlo a un neurólogo que le practique un examen neurológico
completo. Sin una comprensión clara de los factores etiológicos, la consejería
probablemente logrará poco. Cuando el consejero comienza a comprender la
dinámica básica de la personalidad y como se han desarrollado las actuales
actitudes y acciones de la persona, está en condiciones de ayudar a la persona
a que venza esos patrones de conducta.
En la orientación del
joven metido en dificultades, conviene trabajar con toda la familia. El
mejoramiento es, por lo común, reducido a menos que el consejero trate con los
padres tanto como con el paciente. Una de los principales metas del consejero
en la restauración o restauración familiar es ayudar a cada miembro de la
familia para que comprendan los sentimientos y móviles de los demás miembros.
El adolescente rebelde
puede llegar a comprender porque sus padres creen que deben imponer ciertas
restricciones y el porqué de las reacciones de ellos. Los padres pueden
aprender a ver el mundo del adolescente a través de los ojos de éste, y
comenzar a entenderlo como una persona que se esfuerza por adquirir aceptación
e individualidad. Al comprender qué mueve a su hijo y cuáles necesidades
procura satisfacer mediante su conducta, los padres pueden aprender a ayudarle
a que satisfaga esas necesidades de manera más saludable y aceptable.
Otro importante aspecto
de la restauración del delincuente es la oportunidad que se le brinda para que
expresen sus sentimientos de resentimientos, ira y hostilidad. Conforme el
adolescente comienza a sacar esos sentimientos, el consejero puede guiarlo
gradualmente a comprender las causas de sus actitudes hostiles. Los
sentimientos de inseguridad que están en la raíz de las reacciones hostiles,
deben discutirse y resolverse.
Los cambios más
dramáticos en las actitudes y conducta del joven delincuente se producen cuando
éste logra conocer a Jesucristo como su salvador personal. Muchos jóvenes
desviados han dado una abrupta media vuelta en la vida como resultado de
enfrentarse cara a cara con las realidades espirituales. Pero cuando la persona
se arrepiente y recibe a Jesucristo como su salvador, el consejero no debe
pensar que su trabajo ha terminado. La persona abriga aún las malas
experiencias de los pasados 15 o 20 años, y hay que discutirlas y resolverlas.
Conforme el consejero trabaja gradualmente con la persona y la lleva a mayor
comprensión y crecimiento espirituales, el adolescente comenzará a sustituir
sus antiguas actividades y acciones por un nuevo patrón de conducta que honre a
Jesucristo.
Además del tiempo
efectivamente dedicado a la restauración, el joven delincuente necesita auxilio
en todos los aspectos básicos del vivir. El consejero debe evaluar el ajuste
escolar de la persona. Si está obteniendo malas calificaciones y se siente
fracasado, debe pensarse en clases de recuperación en las asignaturas
difíciles. Si está inscrito en cursos que exceden a sus capacidades
intelectuales, quizá la escuela consienta en colocarlo en otras clases a que se
adapte mejor. De este modo, la persona tiene la oportunidad de experimentar el
éxito y el triunfo que le han faltado en su vida.
También querrá el
consejero evaluar las oportunidades vocacionales del individuo y sus
actividades en tiempo libre. Algo muy práctico es considerar cómo emplea ese
tiempo libre. Si el consejero puede ayudar al muchacho a participar activamente
en recreaciones sanas, actividades juveniles de la iglesia y trabajo de tiempo
parcial, el joven descubrirá significado y propósito nuevos en la vida. El
tiempo de ocio que antes empleada en actos antisociales pueden convertirse en
minutos preciosos dedicados a crecer y a madurar para hacer un adulto bien
equilibrado.
Cuando
el consejero logra trazar un programa de restauración que incluya estos
factores espirituales, emocionales y situacionales, podrán verse cambios
dramáticos en las actitudes y conductas del joven delincuente.
CONCLUSIÓN
La consejería para los
delincuentes juveniles esta basada en
métodos para tratar la conducta del individuo ,un poco difícil, pero la
consejería experta, que incluya la consideración de todos los ajustes, puede
producir cambios significativos y duraderos en los patrones de la personalidad.
El diagnostico, la
orientación, la comprensión y evaluación, son aspectos importantes para la
restauración del delincuente, dando oportunidad a un cambio de actitudes y
conducta del joven delincuente.
REFERENCIAS
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El desarrollo del niño
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Fernandez Maria Elena de
la Peña. 2011. Conducta antisocial en adolecentes. Universidad Complutense de
Madrid, Facultad de Psicologia. Consultada el 15 de Diciembre 2016. www.adolecenciaantisocial.blodspot.com
Miron Redondo
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Juvenil. Revista de Psicologia Social. Universidad de Santiago de Compostela.
Consultada el 15 de Diciembre 2016. htps/dialnet.unirioja.es
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www.facso.uchile.cl/psicologia/postgrado/magister.
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